En mi primer contacto en la tienda, con la fragancia original, pensé que olía demasiado a humo en la salida, para llegar al fin a la dulzura de la vainilla. Conformé pasó la tarde hubo un proceso mágico: me recordó a una fogata, al chocolate con galletas de la abuela, la suavidad del jersey de cachemire de mi padre que olía a tabaco de pipa, a las galletas con vainilla de mi madre. Al día siguiente me desperté obsesionada: "necesitaba" olerla  y compré el tamaño más pequeño del original con idea de comprar una muestra aquí para probarla y si era parecida encargar el tamaño grande. Me pareció idéntica y es mi fragancia favorita para este invierno. No es para todos los gustos: mi  novio no soporta las notas de entrada, así que me la pongo una hora antes de verlo, cuando ya mi piel huele avainillada y dulce.